Actualmente esta página web está puliéndose.

LA VIGENCIA DE LA FRANCMASONERÍA.

Un acercamiento a las preguntas de Alain Bauer.

VISITANTES

J.L.C.

1/2/20256 min read

low angle photo of concrete building at daytime
low angle photo of concrete building at daytime

JUSTIFICACIÓN DE LA VIGENCIA DE LA FRANCMASONERÍA

Abordamos ahora la tarea de explicar por qué, desde nuestro punto de vista, la Masonería, considerada en su cuerpo teórico, sus ritos, sus símbolos, sus principios y sus fines, es un sistema cargado de propuestas, enfoques, escenarios y prácticas, que la hacen plenamente vigente, útil y recomendable. En absoluto pretendemos, entrar en una crítica de cómo, de facto, se manifiesta la Masonería al encarnarse en los distintos grupos humanos que se encargan de llevarla a la práctica.

Básicamente, la FRANCMASONERÍA aborda simultáneamente la construcción del individuo y la construcción de la sociedad, aunque su especificidad estriba en la co- implicación de esta doble construcción.

1) Construcción del Individuo

La FRANCMASONERÍA propone una construcción individual alrededor del símbolo del tallado de la piedra. Para la terminología masónica, la Piedra equivale al Ser. Con la aplicación del VITRIOL, el aprendiz descubre su piedra, pero la tarea difícil es la gestión de los cambios que debe aplicar a la misma. Los tres grados simbólicos son un precioso tratado de ontología en el cual el masón encontrará precisas instrucciones para lograr los cambios deseados.

El VITRIOL es una operación puramente introspectiva (aún cuando pueda ser provocada por la presencia del OTRO), la prueba es que se nos hace entrega de este símbolo cuando estamos en la Cámara de Reflexión sumidos en nuestra soledad. Pero el tallado de la piedra es una operación de labor, es decir, se hace en el tajo; es el trabajo el que te talla, lo que tú haces te hace. Se derivan dos consecuencias de esta visión masónica:

1) el ser (la piedra) no tiene por qué tener su valor en un origen puro y sublime; la inevitable diferencia que lleva consigo desde su nacimiento no es valiosa en sí (por eso se la llama Piedra Bruta); no tenemos por qué estar ante una esencia inmortal; el valor del ser le viene dado por lo que NO ES AÚN, por su aptitud para deformarse a través de los hábitos y aprendizajes y por lo tanto lo que importa es cómo gestionamos esa maleabilidad, cómo construimos nuestra personalidad para que sea original; y

2) La única inmortalidad sobre la que tenemos control es la posibilidad que nos otorga el trabajo de construcción al plasmar nuestra originalidad en la obra. Esta es otra manera de entender lo que quiere decir el secreto masónico: en términos de secreción de la piedra, de parto de la piedra como hija de nuestra más excelsa propiedad humana: la CREATIVIDAD.

Esta concepción del ser no tiene nada de metafísica pero sí es tremendamente apasionante e ilusionante por lo que contribuye a dar buenas razones para vivir y pone la creatividad en el centro del proyecto de felicidad, desplazando de ese centro al consumo.

2) Construcción de la Sociedad

Para la construcción de la sociedad, la FRANCMASONERÍA, con la logia, proporciona un espacio de trabajo y unas estrictas reglas de procedimiento que garantizan la posibilidad de entablar fructíferos debates entre los participantes. Aquí también, una fuerte presencia de símbolos asegura el cumplimiento de estos aspectos normativos del trabajo masónico. Estos símbolos se distribuyen alrededor de dos ideas centrales:

Primera idea: El concepto de reconocimiento

Las condiciones previas que se dan en todo proyecto de construcción social son siempre las mismas: 1) el reconocimiento de otros iguales, 2) el reconocimiento de que existe una problemática común y 3) la idea de que, en cooperación, podemos afrontar dicha problemática con mejores oportunidades de éxito.

En la idea de reconocimiento subyacen dos intenciones imprescindibles a la hora de acometer un proyecto común de cualquier índole: 1) La presencia del “otro”, en el trabajo, no es un capricho o un gesto de generosidad, es un requisito “sine qua non” y 2) Todos los presentes se reconocen mutuamente compartiendo un mismo catálogo de principios y valores mínimos, de manera que todos puedan esperar del otro la capacidad y la voluntad de aceptar las reglas del juego, el marco general.

Es fácil reconocer en nuestros ritos, usos y costumbres la profusa presencia de estos símbolos de reconocimiento: desde el retejo, las credenciales, los acuerdos inter- obedienciales con sus protocolarias firmas de acuerdos,… hasta la pregunta ritual del VM al empezar los trabajos “¿Sois Masón, Hermano Primer Vigilante?” a la que éste responde “¡Por tal me reconocen mis Hermanos!”, o la exigencia previa de ser persona libre y de buenas costumbres.

Segunda idea: Las condiciones para llegar a acuerdos

¡Pero, no basta con que todos los presentes compartamos la misma condición de, seres humanos, o demócratas o masones! Además, es necesario que, ante el caso concreto que nos toca debatir hoy, aquí y ahora, de abordar tal o cual cuestión, verifiquemos que se reúnen las condiciones que garanticen óptimamente la posibilidad de llegar a acuerdos a través de un intercambio de argumentos sostenidos por la razón. También aquí se trata de condiciones procedimentales en las que nuestro protocolo no transige. Hagamos un rápido repaso de estas:

1) Asegurarse de que establecemos las condiciones logísticas de tiempo y espacio para dedicarnos con la atención debida y sin perturbaciones a los asuntos que deben tratarse. = Venerable Maestro, el primer deber de un Vigilante en logia es asegurarse de que el templo está debidamente cubierto.

2) Asegurarse de que todos los presentes tienen las capacidades suficientes y necesarias para comprender los asuntos que se van a tratar y para defender sus puntos de vista.

= Venerable Maestro, el segundo deber de un Vigilante en logia es asegurarse de que

todos los asistentes son aprendices francmasones, están en su lugar y sitio que les corresponde:

a. Capacidad de escucha = (y por eso los aprendices empiezan ejercitándose en el callar).

b. Capacidad para decidir libremente la validez del otro, sin coacción = (y por eso se nos exige ser libres).

c. Capacidad justificativa de un SÍ o un NO = (Una de las finalidades de las aplomaciones es comprobar que el postulante tiene suficientes facultades intelectivas).

3) Asegurarse de que todos cuando intervienen lo hacen con sinceridad y buena fe. = (por eso se requiere que el masón sea persona de buenas costumbres; y por eso también durante su intervención el masón debe permanecer “al orden”, alejando de sí toda intención engañosa o malintencionada).

4) Asegurarse de que todos los participantes tengan las mismas oportunidades para expresarse con equidistancia y equivalencia. = (y por eso disponemos de un complicado y milimetrado protocolo que establece como pedir la palabra, cuantas veces podemos pedirla, como tenemos que dirigirnos a los presentes, a quién tenemos que mirar, como tenemos que permanecer y quiénes son los árbitros del debate.)

5) Asegurarse de que nuestras pretensiones argumentativas serían equivalentes si las mantuviera otro desde su perspectiva porque estas tienen que ser reversibles. = (¿y no es eso lo que pretende el principio moral que se nos da cuando nos iniciamos: “no hagas a otro lo que no quisieras que te hagan a ti; has a otro todo el bien que quisieras que te hagan a ti?”)

6) Asegurarse de que están presentes todos los afectados por los asuntos que se vayan a tratar. = (y por eso deben aportarse las excusas de los hermanos ausentes.)

Estos requisitos que acabamos de ver son los que estipulan nuestros ritos y usos para procurar que la logia sea verdaderamente un templo del logos, un lugar donde la razón sea la única arma para dar validez a los argumentos. Como todos sabemos, estos protocolos se practican cotidianamente en las logias masónicas porque son parte estructurante del método. Ahora bien, si comparamos estos requisitos con los que Jürgen Habermas propone en su obra “Teoría de la Acción Comunicativa” para crear las condiciones idóneas para que la comunicación entre los individuos tenga posibilidades de llegar a acuerdos, nos daremos cuenta que son prácticamente los mismos. En su obra, Habermas, para elaborar su crítica de la sociedad actual, la llamada sociedad de la comunicación, se fija prioritariamente en la calidad de comunicante del sujeto social con lo que su crítica de la sociedad se torna principalmente en una crítica de la comunicación intentando con este enfoque recuperar el proyecto ilustrado.

Miren por donde, la Masonería ya se había dado cuenta de que no bastaba colocar la efigie de la virtuosa Atenea a la derecha del Venerable Maestro, sino que había además que acompañarla en su deambular de una cabeza a la otra.