Una luz…aguarda
HA.·.FÉNIX
Fénix
12/27/20243 min read
La dualidad se adentra en la oscuridad. Mientras las sombras caen, descienden y ascienden a través de un camino que como una serpiente se despliega relampagueante. Cuando arriban a la cabeza del reptil les recibe la bocanada irreverente del dios del viento. “¡Limpiaos!” Ordena, y los azota con dureza.
Cierra los ojos, inhala, contiene la respiración… se detiene en un único e inaprensible instante, perfecto. Tenue llega a sus oídos la armonía celeste, es el silencio de los dioses.
Se sostiene mientras puede… abre los ojos… y ve… ¡oh Belleza!... la bóveda celeste se mece en su baile cósmico, la noche y las estrellas se desvelan en sinuosidades, y se deja mecer siendo noche y siendo estrellas, ligera e inexistente, el tejido de lo real la arropa en el vacío infinito, se funde en el misterio del Uno…es el grito de los dioses.
La eternidad se ha dibujado…Y ya Uno toma la cabeza de la serpiente con las manos y comienza a descender y ascender su sinuosa silueta. Eolo aclama para sí el nuevo conocimiento. La oscuridad lo engulle mientras peldaño a peldaño y a tientas se aventura en los arcanos de la noche. De la boca de la serpiente se regurgita un mantra. Mientras avanza el tortuoso camino casi parece perder pie, tropieza, agudiza sus sentidos, se detiene, avanza, respira, se vuelve a detener… la noche se ha hecho clara, el cielo dibuja destellos de matices imposibles y hermosísimos, pero las sombras de las rocas y los brazos de los árboles rugientes parecen engullir el camino, apenas visible… la intuición lo conduce. Avanza ya con firmeza, seguro de que o la noche lo devorará o de que llegará finalmente al umbral.
Y poco a poco éste se dibuja en lo alto, una tenue luz aclama su atención… deberá hacer un último esfuerzo titánico.
Cruza el umbral, se detiene el mantra… silencio… ese silencio antesala del ruido. Y se contempla y contempla frente a sí, la dualidad ha regresado. La puerta queda atrás, puede verse tras ella la oscuridad, sentir el rugir de los seres de la noche. Lentamente, la serpiente comienza a recortarse en su vano nebuloso. Ahora tiene tres cabezas que se asoman y la miran fijamente con ojos inquisitivos. Una mirada más allá del tiempo y el espacio. Imposible saber si transcurren segundos, meses, años o siglos. Hasta que inclina, alternativamente, sus cabezas, dejando resbalar hacia fuera su lengua bífida y comienza a recular hasta que la noche la traga, sin más.
Queda entonces girarse, y avanzar con piernas temblorosas. Asoma una tenue luz en el horizonte, las manecillas del reloj han retornado a su fatigoso trabajo. El alba se dibuja en fragmentos de oscuridad, comienza a sentirse el ruido. Y es consciente de que está viva, la sangre corre por sus venas, sus pulmones se despliegan en suspiros de ambrosía, su corazón palpita, un tic tac dibujado con infinitos granos de arena. Está viva como aquella serpiente de ojos verdes siseando misterios ocultos, como aquella oscuridad plagada de destellos. ¡Oh! ¡Aroma embriagador del conocimiento!
Y renace una esperanza, no la de que aquella luz exterior llegue a su punto álgido y ciegue los sentidos, pues es presumida y se vanagloria, se viste de poder y se jacta de poseer la mayor Belleza, pues es bajo su presencia que parece que todo lo vivo, vive, vistiendo la realidad de apariencia engañosa; Tras R.·. L.·. Europa nº 110 - Vitoria-Gasteiz 3 / 3 ello, la oscuridad volverá a acariciar suavemente el hálito de vida del eterno peregrino. Será allí, en ese etéreo espacio donde deberá buscar el misterio oculto, la verdadera luz que sólo puede hallarse en la más profunda oscuridad, allí, en ese espacio, donde es capaz de germinar todo cuanto ha de renacer, pequeño punto luminoso de donde surge todo lo existente.